El otro día fuimos yo y P. a la exposición temporal Atlas, en el museo Reina Sofía. Fui bajo la recomendación de mi profesora de escultura, y por lo tanto esperaba ir a ver por fin una exposición de escultura. Nada más lejos, queridos bloggerovidentes.
Desgraciadamente, esta entrada ya la preparé en su momento, pero se me borró. El caso es que para presentarla encontré en internet una absurda reseña de una mujer que creo que trabaja en el Reina Sofía. Volviendo a escribir encontré esta, que es más larga, pero en el fondo lleva a lo mismo.
Atlas es una exposición en la que se quiere dar a conocer a Aby Warburg, un historiador de principios del siglo XX que se ha dedicado a hacer una recopilación de imágenes vinculadas con momentos de la Historia. En la reseña del museo nos lo presentan como un-proyecto-muy-ambicioso-y-que-es-un-artista-muy-estudiado-pero-no-lo-conoce-nadie-y-entonces-¡oh gracias!-el-Reina-Sofía-nos-brinda-el-placer-de-introducirnos-este-circo-de-imágenes. Porque eso es lo que es al fin y al cabo, un circo. Y también dicen que esta exposición trata de explicar la organización, interpretación, y dar una lectura de esta amalgama de imágenes. Pura falacia, sólo vi cartelitos puestos en la pared diciendo chorradas metafóricas.
Y lo que más gracia me ha hecho, es eso de: "nada más entrar, lo primero que llama la atención son unas pantallas que proyectan una serie de imágenes sin coherencia aparente para el espectador". O sea, vamos a ver: ¿lo que más llama la atención, de verdad, son unas pantallas proyectando imágenes no coherentes para el espectador? Y a mí no me vendas la moto, que esas imágenes no tienen coherencia ni para el espectador ni para el tarado que ha montado el vídeo.
Más cosas: "Atlas no pretende ser una monografía sobre el trabajo de Warburg, sino un recorrido por la historia de las imágenes desde 1914 hasta nuestros días". Yo eso lo traduzco en: lalalal, no se qué hacer, lalala, ponemos como contexto una autoridad en la materia para respaldarnos y hacemos lo que nos da la gana, lalala.
En definitiva, en esa reseña lo venden como algo fenomenal, un trabajo de años, una labor de interpretación digna de alabanzas, un desafío para la capacidad de observación del espectador, pero al final lo más gracioso es una base sobre la que han puesto muchas cajetillas de cerillas rusas. No le recomiendo a nadie perder el tiempo en ir a verla, antes podéis conseguir la película de Arma Letal y os la veis, que dura menos y aprendes más.