El día 22 de enero, sábado por la mañana, me fuí con la señora P., mi madre, y J., mi hermano, a ver las exposiciones de cuadros sobre jardines impresionistas.
Pasamos primero por el Thyssen, y como la visita nos la daban para las 2 y cuarto decidimos que mejor entrabamos a otra más tarde, y así antes podríamos ver la de Caja Madrid y comer. Y eso hicimos. Nos fuimos a la de Caja Madrid. Estando en la cola antes de entrar me encontré con Pa. un compañero de clase de la universidad. Es una exposición corta, sobretodo si no te fijas y te vas sin ver dos salas que hay escondidas en una esquina, pero tiene obras variadas, incluso hay obras que no parecen impresionistas, y otras que ni siquiera son jardines(!!). Eso último me cabreó, porque no iba ahí a ver el retrato de un barbudo que de fondo tiene una ventana y a través de esa ventana puedes percibir un jardín pequeñito con árboles pequeñitos. A pesar de que había bastantes autores diferentes y que cada uno tenía su estilo, me costó escoger cuatro cuadros con distinto flow para el trabajo de Pintura. De esta expo elegí una de Klimt, del que ví tres, pero una de ellas era un poco mediocre.
Salí y me fui a comer. Nos reunimos con mi tío y mi prima de más gente del rollo de mi madre y buscando restaurante fuimos a parar al más odioso según mi criterio, es decir, miran más la presentación que la comida, y te sablan a cambio de poca cantidad. Y si hay algo que odio en este mundo a parte de retratos de tíos barbudos en exposiciones de jardines impresionistas, es que me pongan poca comida en relación con el precio que pago. Pero me quejé antes de entrar, y no me hicieron caso. Así que nos sentamos, nos dan la carta, no había menú del día. Primer fallo. Segundo fallo: no había ni un solo plato que costara menos de diez euros, ¡y eso que eran platos individuales! y la bandeja de pan costaba casi cuatro euros, ¡y sólo te ponían una barra en cada cesta!. Luego, tardaron la hostia en traer la comida, y yo me estaba muriendo de hambre y de rabia. Y estaba pensando: "ya pueden ser los mejores jodidos callos de mi puta vida". Pero EEEE, fallo. Pablo por Dios, era un restaurante para gente moderna, tiiiio, qué carajo esperabas, ¿era tan difícil que picaran un poquito? ¿o que llevaran algo más que callos? ¿o que al menos no me hubieran puesto chicles Trident sabor callos? porque de verdad que cada cuatro cucharadas tenía que parar para dejar descansar a mi mandíbula. Y de repente, nos damos cuenta de que tenemos que ir rápidamente el Thyssen porque nos habían dado la visita a las cuatro y media, y eran las cuatro y diez.
Así que fuimos a paso ligero con la barriga llena (llena de comida de mierda, pero al menos se me quitó el hambre) y llegamos a tiempo y entramos en la exposición.
Si por la de Caja Madrid no hubiera pagado ni un duro, al menos esta me gustó tanto que sentí que mi dinero estaba bien guardado en los bolsillos de la ballena capitalista que mande en ese sitio. Acabé un poco cansado de Pissarro, que al principio todo el mundo dice wow, pero cuando has visto ya cinco iguales, jo macho. Los que había de Monet me gustaron bastante, así como los de Guillaume. Incluso alguno de los menos puntillistas de Pissarro. Definitivamente me gustó, y punto.
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