domingo, 27 de octubre de 2013

Pablo acude al edificio Telefónica a alimentar discurso para su futuro proyecto

Fui un día tal que otros, soleado con alguna nube despreocupada, aire limpio de polen y otras caquillas en suspensión aérea porque el día anterior había llovido, al edificio de Telefónica. Quedé con mi tobárish R. para ver, en principio, la exposición de Ryoji Ikeda. Fui recomendado por algunos de mis compañeros de clase (gracias, chicos), porque este tipo hace cosas con matemáticas, y mi proyecto a desarrollar tiene que ver también con esto.
En la introducción decía que Ikeda encuentra su inspiración en el mundo de las matemáticas, del que toma su naturaleza racional, abstracta y su representación gráfica.
Se puede aventurar, en mi ignorancia, que no se parece mucho su proyecto al mío. Digo en mi ignorancia porque lo que había era unas proyecciones de secuencias (aleatorias?) de rayas, puntos, algunas animaciones tridimensionales a base de puntos y de fondo, unos soniditos que había compuesto él seguramente, y que puede que obedecieran a ciertos patrones, que estuviera programado junto con todo lo demás, o que fuera también un poco random. No sé. Sí que podría decir que el componente matemático se puede encontrar en que todas esas proyecciones están hechas a base de logaritmos. Pero ahí me quedo.
Me dejó un poco fría la exposición. Cuando voy a ver cosas artísticas que estén relacionadas con la matemática, me gusta que sea un poco más patente, intuitivo incluso. Jaja... suena como si hubiera ido a más exposiciones de este tipo. Pero no es verdad.
Ya que estábamos ahí nos vimos una exposición que había en la planta superior sobre fotografía. Lo presentaban al principio como un recorrido histórico del principio de la fotografía como algo artístico y algunas corrientes y las subcorrientes que generaron. Pero en mi desconocimiento, sólo ví fotos enmarcadas con el nombre del autor en una esquinita. No pude apreciar nada de recorrido histórico. Pero bueno, culpa mía por mi desconocimiento.
Después bajamos a otra que había, también de fotografía. Esta era de un sólo autor, Terry O´neill. Más documental que la otra, habían dispuesto en un dudoso orden fotos bastante remarcables. Fotos de gente famosa básicamente, nada de paisajes o experimentales. Retratos de David Bowie, Churchill o Tina Turner. Insisto en que el orden en el que habían puesto las fotos me pareció un despropósito. Ciertamente habría quedado mucho mejor cronológicamente.
Y aún me queda la última exposición, que es la permanente que tienen en el edificio, que hace un recorrido por la historia del teléfono. Cabe destacar sobre todas las cosas, los cables para las líneas transoceánicas. Un monstrenco cilíndrico cargado de condensadores, electroimanes y otras soserías, de un palmo de diámetro y como mi estatura de largo, un metro ochenta y cinco. No, es broma. Yo mido menos. Y el cilindro también, o sea, que es broma lo de que mida uno ochenta y cinco, no lo de que mide como yo de alto. De cada extremo del cilindro sale un grueso cable que protege dos finos cilindros concéntricos de cobre. Este cable une un cilindro con otro a través de todo el recorrido que hay, por ejemplo, desde la costa andaluza hasta alguna de las islas Canarias.
http://www.tfo.upm.es/ImperialismoWeb/Zweig.htm
Y ya, adiós.

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